Publicado

Manfred Josué Sánchez Martínez, Introductorio-Propedéutico, Arquidiócesis de San José.

“Fijando en él su mirada lo amó”. Es la mirada fiel del Señor que con su amor eterno me ha amado desde siempre con mi historia y mi realidad. Me llamo Manfred Josué Sánchez Martínez, tengo 19 años, pertenezco a la Arquidiócesis de San José, parroquia san Juan Pablo II, Dulce Nombre, La Unión. Mi familia nuclear consta de mis papás y un hermano menor. Crecí rodeado de mi familia paterna, donde mis abuelas tuvieron parte fundamental en el crecimiento de mi fe. 

De pequeño solía jugar a “hacer la misa” acompañado de algunos miembros de mi familia. Solía tener un cáliz de madera y la Biblia. La inquietud por la vida sacerdotal me ha acompañado desde niño. Recuerdo muchos momentos en que por las noches acompañado de mis abuelas escuchábamos por la radio el Santo Rosario, y esos momentos aún los atesoro en el corazón. La experiencia de vida de Iglesia ha existido desde pequeño donde fui monaguillo por casi nueve años, estuve en el equipo de Acercamiento, Diálogo y Encuentro, y participé en otras áreas de la parroquia. 

Dentro del transcurso del colegio existieron algunos momentos en que la inquietud vocacional disminuyó. En las catequesis de confirma y cuando recibí el sacramento surge nuevamente la inquietud de darle una respuesta al Señor. Hacia finales del colegio y a las puertas de iniciar una posible carrera universitaria, inicié una etapa laboral que estaba lejos de mi pensamiento. Trabajé en el Consejo Nacional de Producción (CNP) en el área de logística y gestión de clientes, lo cual me ayudó a crecer mucho como persona. 

Ciertamente realizaba los encuentros vocacionales, en el corazón me sentía llamado a algo más que el trabajo y la vida que estaba llevando. También, la llamada vocacional ha sido importante en los retiros de estos encuentros, a través de diversos signos que ayudaron a incrementar esta respuesta. Es así como el corazón seguía más fuerte en la búsqueda de responder al Señor. Me admiten al Seminario el dos de diciembre del 2022 y sin lugar a dudas ha sido una de las experiencias que está marcando significativamente mi vida.  

Al inicio de este testimonio vocacional he colocado la cita bíblica que acompaña el proyecto formativo personal para este año introductorio. La mirada del Señor y su amor profundo recoge el regalo más precioso que se puede tener, y eso es lo que da mayor sentido a mi vida.  Así, el evangelista Marcos recoge la experiencia que después de mirar al joven rico le invita a seguirle para encontrar el verdadero tesoro, así también con este proceso formativo me siento invitado a seguir encontrando más profundamente este tesoro, que lo vale todo, vale la vida. 

Muchas personas han influido en mi proceso vocacional, sin dudas ha sido una aventura con alegrías, incertidumbres y esperanzas. Es mirar el rostro de Dios con misericordia, y hasta hoy continúo buscando identificarme con el Maestro. Siempre de la mano de la Virgen María, Madre y discípula, atendiendo a la voz del Señor “haced lo que Él os diga”.  

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *