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Kevin Vargas Arias, Arquidiócesis de San José, I Formando Pastores al Estilo de Jesús.

¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado! Estimados hermanos, dice un himno de la liturgia de las horas:

Estaba al alba María, llamándole con sus lágrimas. 

Vino la gloria del Padre y amaneció el primer día. 
Envuelto en la blanca túnica de su propia luz divina 
– la sábana de la muerte dejada en tumba vacía -, 
Jesús, alzado, reinaba; pero ella no lo veía. 

Estaba al alba María, la fiel esposa que aguarda. 

Mueva el Espíritu al aura en el jardín de la vida. 
Las flores huelan la Pascua de la carne sin mancilla, 
y quede quieta la esposa sin preguntas ni fatiga. 
¡Ya está delante el esposo, venido de la colina! 

Estaba al alba María, porque era la enamorada.  Amén.

A partir de este hermoso himno propio del tiempo pascual, podemos sacar 3 ideas para nuestra reflexión y crecimiento espiritual en este tiempo de Pascua que estamos viviendo:

En primer lugar, María llamaba al Señor en medio de lágrimas. Ciertamente llegó ella al sepulcro conmocionada y llorando, incluso, dubitativa de lo que había ocurrido, pero aún así, llamó al Señor., aún así clamo y le buscó. No importa la dificultad que estemos afrontando, sintiéndonos tristes y dubitativos, no dejemos de llamar al Señor, que Él responde, a su tiempo, y a su modo.

En segundo lugar, el himno dice que Jesús alzado reinaba, pero que María no lo veía. Quizás su misma tristeza, su duda, su incertidumbre no le permitía ver al Señor, aunque Él estaba, ciertamente. Lo mismo puede ocurrirnos a nosotros: no ver a Jesús en medio de nuestra vida, quizás por la rutina, quizás por la falta de fe, quizás porque no creemos lo suficiente en Él. Por tanto, abramos nuestros ojos y contemplemos a Jesús que se manifiesta en medio de nosotros, en personas, en acontecimientos, etc.

En tercer lugar, el himno dice que María era la enamorada. Cabría preguntarnos ¿porqué corrió al sepulcro aquella mujer a pesar de no tener certezas de lo que había pasado? Pues porque era la enamorada, que corre hacia su amado y le busca siempre. En este tiempo pascual, nosotros somos los enamorados del Señor, que, experimentado el acontecimiento de la resurrección de Cristo, que venció a la muerte, le buscamos y corremos hacia Él.

Parafraseando el himno, y poniéndonos cada uno de nosotros en la figura de María, podemos decir lo siguiente: Estaba yo al alba, llamándole con mis lágrimas, estaba yo al alba, el fiel amigo que aguarda, estaba yo al alba, porque era el enamorado. ¡Dios les bendiga!

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