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Kevin Miranda Rizo, I Formando Pastores al Estilo de Jesús, Diócesis de Alajuela.

El ser humano tiene la necesidad intrínseca de comunicarse, ya sea para intercambiar información, compartir pensamientos o tambien construir vínculos significativos. La música ha sido una forma particular en la que el hombre ha logrado expresarse a lo largo de los siglos; por medio de ella se transmiten emociones, se cuentan historias e indudablemente se generan vínculos entre grupos de personas. La Sagrada Escritura presenta como Dios y el pueblo de Israel siempre han tenido una relación profunda gracias a las diversas formas de comunicación.

Una de las maneras en las que el pueblo de Israel logró comunicar aquello que sentía y vivía fue a través del canto, que se expresa concretamente en los salmos. Los salmos son un conjunto de himnos y poemas presentes en el Antiguo Testamento, atribuidos en su gran mayoría al rey David, que han tenido un lugar central en la espiritualidad cristiana; en ellos se puede palpar el sentir de un pueblo, ya sea transmitiendo alegría y alabanza, o lamentaciones y suplicas. Benedicto XVI explica que en los salmos se encuentra toda la articulada gama de sentimientos que el hombre experimenta en su propia existencia y que son presentados con sabiduría ante Dios (VD 24); por eso el Catecismo de la Iglesia Católica en su numeral 2586 explica que los salmos alimentan y expresan la oración del pueblo de Dios (…) y recuerdan los acontecimientos salvadores del pasado y se extiende hasta la consumación de la historia; de tal manera que poseen un lugar privilegiado en la vida del cristiano. A través de ellos es que el cristiano canta a Dios de una manera más reverente su amor y adoración. San Agustín consideró que el canto era una de las más altas expresiones del hombre a Dios, pues a través de él, la voz del hombre se une al coro celestial que alaba a Dios eternamente.

El Concilio Vaticano II afirma la importancia de la tradición musical en la vida de la Iglesia al decir que constituye un tesoro de valor inestimable, que sobresale entre las demás expresiones artísticas, principalmente porque el canto sagrado, unido a las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia solemne (SC 112). En la liturgia es que se ofrece esta oración cantada con mayor perfección; no es un adorno, sino que el cristiano con el canto logra expresar el contenido teológico y espiritual de la fe que profesa. Los salmos deben expresarse en el canto y la música litúrgica, con el fin de que la comunidad cristiana pueda elevar el corazón y su mente a lo divino, haciendo de ello una oración contemplativa y profunda. Para ello es necesario que la música que acompañe a los salmos sea la más adecuada, y a su vez genere la participación de toda la asamblea, porque no se pretende llevar adelante una presentación artística como parte de un show, sino propiciar un encuentro profundo con el Buen Dios; Benedicto XVI en una de sus catequesis menciona que, de ese modo, en la oración de los Salmos, la súplica y la alabanza se entrelazan y se funden en un único canto que celebra la gracia eterna del Señor que se inclina hacia nuestra fragilidad[1].

Ante este regalo que Dios le concede a todo hombre, el cristiano debe darle el importante lugar que merece en su vida de oración, pues no solamente está llamado a orar con los salmos, sino que, cantando a través de ellos, está invitado a llevar el mensaje de la salvación a todos los pueblos de la tierra.


[1] Benedicto XVI, Audiencia General Miércoles 22 de junio de 2011, [en línea: https://www.vatican.va/content/benedict-xvi/es/audiences/2011/documents/hf_ben-xvi_aud_20110622.html  fecha de consulta: sábado 26 de agosto de 2023], (párrafo 9)

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