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Daniel Delgado Rodríguez, I Formando Discípulos Misionero de Cristo, Arquidiócesis de San José.

¿Cuántos no hemos estado en la avenida Central un día entresemana a las 5:00p.m.? En el día a día de nuestra vida tan ajetreada lo que menos hay a nuestro alrededor es silencio, y con mucha más razón en este mundo acelerado y que hace lo posible por sacar a Dios de nuestras vidas. Si nos vamos a la avenida Central, veremos diversidad de personas, sonidos, situaciones que hay, personas yendo y viniendo de sus trabajos, y si nos detenemos por un momento a estar en silencio nos es casi imposible lograrlo, basta con mirar a nuestro alrededor, pero el silencio que necesitamos no es el del silencio de una ciudad o una máquina, o de una vida tranquila, es el silencio de callar nuestra mente y nuestro yo, para dar paso a escuchar a Dios.

Y tal vez nos estaremos preguntando que tiene que ver el título “Un silencio que abraza”, con la pregunta del inicio. Esta pregunta unidad a la analogía que les acabo de compartir es el punto de partida para compartirles la virtud del silencio vivido por San José el esposo de María y el como lo podemos poner en práctica hoy en día y con mucha más razón en este tiempo de cuaresma que estamos viviendo. San José, fue un hombre lleno de virtudes, pero el silencio siempre lo ha caracterizado, y fue la forma en que él pudo escuchar la voz y la voluntad de Dios en su vida.

Lo anterior lo entendió muy bien San José, porque ante el miedo y la situación de ver a María embarazada debió callar para poder escuchar la voluntad de Dios en su vida, lo vemos en el Evangelio de Mateo 2, 19-21, “Levántate, toma al niño y a su madre, y regresa a la tierra de Israel…”, Dios le habla en sueños y lo advierte. San José en su obediencia, pero sobre todo en su silencio ya que no cuestiona, sino que sigue lo que le indica el Ángel y salva al niño y a su Madre, cumple la voluntad de Dios.

Hermanos, en el mundo que vivimos el silencio no es bien visto o recibido, tampoco para muchos es bonito o atractivo, pero es necesario para poder escuchar a Dios, para darle espacio en nuestra vida y permitirle a ser nuestro guía. Pidamos la intercesión de San José con el fin de obtener la virtud del silencio, y que esta nos sirva para preparar nuestro corazón en este tiempo de cuaresma, que podamos estar dispuestos a hacer su voluntad, sintiéndonos amados, escuchados, comprendidos y de esta manera estar preparados para vivir la Pascua.

Que San José que supo dejarse abrazar por Dios, sea ejemplo para nosotros y que sin importar de los ajetreado de la vida y la bulla que hay en nuestra mente y a nuestro alrededor, seamos siempre capaces de escuchar a Dios, con el corazón, y de ponernos en camino para cumplir su voluntad. Glorioso Patriarca San José, ruega por nosotros.

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