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Por: Juan Manuel Arias Obando. 

Seminarista de II de Formando Pastores al Estilo de Jesús

Toda la humanidad, consciente o no, y en distintos momentos, busca encontrar la Verdad. Parece ser el anhelo más grande del género humano. Para encontrarla hay muchos lugares: unos la buscan desde la ciencia, otros desde la religión, hay quienes en la reflexión filosófica o desde la vida ordinaria. Ahora bien, muchos son los caminos posibles por los cuales la persona puede llegar a encontrarla, sin embargo, lo fundamental es la actitud ante la búsqueda. 

Esta Verdad que se desea encontrar tiene un rostro y nombre: Jesús de Nazareth, el Hijo de Dios.

Para comprender mejor los dos modos de buscar a Cristo, nos acercaremos a un texto bíblico del Nuevo Testamento: Mc 1, 35-37[1].

Y de madrugada, estando muy oscuro, habiéndose levantado salió y se fue hacia el lugar solitario y allí oraba. Y lo buscó Simón y también lo que estaban con él y le dijeron “Todos te buscan”. Mc 1,35-37

Para efectos de este artículo tomaremos brevemente 3 aspectos bíblicos los cuales pueden nutrir nuestra relación con la Verdad: 

  1. “Era de madrugada”. Nos puede parecer simple este detalle, no obstante, la madrugada es el momento de la noche en donde sentimos más frío, está más oscuro tal y como dice el dicho “nunca está más oscuro que cuando va a amanecer”. Esta “madrugada” hace referencia a la ausencia del Maestro. La presencia de Cristo en la vida otorga luz y calor a la existencia, y con su ausencia se produce el frío del alma. Ese sentimiento de buscar el calor todos lo hemos experimentado, pero más aún, es patente la búsqueda del calor interno, el cual únicamente es posible si estamos unidos a la Verdad. 
  2. Primer modo de buscar a Jesús. Para que nos quede más sencillo lo llamaremos “el modo de Simón”. Marcos coloca un verbo particular en el caso de Simón κατεδίωξεν (katedíoxen). Este verbo significa: “ir tras alguien, quererlo, desearlo, buscarlo”[2]
  3. Segundo modo de buscar a Jesús. Es el modo de todas las demás personas que están, junto a Simón, buscando a Cristo. Al presente modo lo llamaremos “búsqueda por encima”. En este caso se coloca en el texto original, el cual se encuentra en griego, el verbo ζητοῦσίν (zetousin). Este verbo puede explicarse como: “buscar para encontrar, tratar de encontrar, tratar de hallar”[3]

¿En qué nos ayuda esto?

“Todos te buscan”. Realmente toda la humanidad busca la Verdad, puesto que ella misma reconoce el estado de “madrugada” en que se encuentra, en el frío de la sola razón, en los datos meramente científicos, los cuales ayudan a la vida, pero falta un calor distinto. En nuestra vida puede darse este estado de “madrugada”, en el cual parece haber un sinsentido de las acciones, la oscuridad ante las vicisitudes de la vida, problemas en la casa, entre otras.

Ante esta realidad, que a todos toca, ¿cómo buscamos a Cristo, la Verdad que otorga el calor a la vida? Lo hacemos con el “modo de Simón” buscarlo con fuerza, con pasión interna, con la profunda convicción de que aquello que se busca es lo que garantizará el bienestar; o bien lo buscamos con el segundo modo “por encima”, con el cual se busca la Verdad, sí, pero no con fuerza, no con la garantía de que encontrándolo hallaremos paz y calor; en otras palabras, sin convicción en lo que se busca. En efecto, “todos te buscan”, pero no todos de la misma manera, ni con la misma pasión. 

Jesús se deja encontrar. Él quiere que el frío de tu madrugada se transforme en el calor del amanecer. La pregunta sería: ¿cómo lo buscas?


[1] La presente traducción es tomada del texto original que se encuentra en griego.

[2] A. García., Diccionario de griego bíblico SETENTA Y NUEVO TESTAMENTO, 459.

[3] Ibid., 378-379

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