Christian Paúl Flores, III Formando Discípulos Misioneros de Cristo, Arquidiócesis de San José.
¡Exulten! Así comienza el maravilloso pregón pascual. Exulten significa mostrar alegría, es decir, mostrar aquella alegría que solo puede brotar del corazón de Jesús Resucitado, esto es una invitación a gritar la victoria de Cristo sobre la muerte. El Señor ha querido entrar en lo más profundo de nuestro ser, aquel lugar donde nos da vergüenza mostrar a los demás, lleno de oscuridad, tinieblas y pecado. Ha querido entrar para mostrarnos su infinito amor. Para manifestar que la muerte no tiene la última palabra, sino que es el amor quién siempre gana.
No está aquí, ha resucitado (Cf. Lc 24, 6) por eso la Iglesia se llena de gozo y lo celebra durante estos 50 días. Es una invitación a dejarnos sorprender por el Resucitado, inundarnos de la verdadera Alegría que solo proviene de aquel que nos amó hasta el extremo (Cf. Jn 13, 1). En esta Pascua el Señor desea hacer nuevas todas las cosas (Cf. Ap 21, 5) que dejemos atrás la muerte y nos introduzcamos a la vida. Este querer de Dios por hacer nuevas todas las cosas implica ir a Galilea, No temáis. Id, avisad a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán. (Cf. Mt 28, 10) es decir que cuando tengamos una dificultad espiritual o en nuestra realidad, el consejo es volver nuestra mirada hacia aquel lugar donde tuvimos nuestro encuentro con el Maestro. Porque Dios no nos abandona, incluso no lo hace aún cuando todo parezca que no tiene solución.
Si algo he aprendido en este camino de fe, es que de aquello que parece no tener solución, el Señor siempre saca algo bueno. Y ese algo tal vez no lo entendamos en la primera, pero cuando ponemos nuestra confianza en aquel que nos amó hasta la cruz, nuestra visión de ver las dificultades cambia. Es ver las dificultades con ojos de fe porque Él desea que no lo busquemos en el Sepulcro, sino que lo reconozcamos en la fracción del pan.
Después de ir a Galilea y reencontrarnos con el Maestro, la próxima tarea es anunciarlo. Anunciar aquello que Dios a hecho con nosotros, es sin duda la mejor forma de expresar el gozo pascual. Si realmente esta Pascua nos marcó sería egoísta no compartirlo a los demás que también están sedientos por sentirse amados por Dios. No podemos callar lo que hemos visto y oído (Cf. Hch 4, 20)