Lucas Mateo Alvarado Naranjo, III Formando Pastores al Estilo de Jesús, Diócesis de San Isidro del General.
¡Saludos! Les escribe Lucas Mateo, seminarista que está a dos años de terminar su proceso de discernimiento y formación inicial.
Soy oriundo de la Diócesis de San Isidro, parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, Rio Claro. A continuación, les presentare algunas ideas de lo que ha sido esta respuesta a la invitación que Jesús nos hace: “Sígueme” (ver Lc 5,27-28)
Para mí el camino vocacional no se ha de resumir en momentos específicos, lo veo como esa historia de Salvación en la cual Dios nos quiere santos. En este caso mí historia de salvación y mí búsqueda de lo Santo, es decir, en el desarrollo de mi existencia procurar llevar un estilo de vida donde pueda asumir el querer del Padre y llevar adelante una experiencia comunitaria y de fe realizante (¡ojo! este “realizante” no como una realización en lo inmediato y gustoso, sino en ese planteamiento al que la fe nos conduce frente a lo Trascendente; Amor Trinitario y Vida Eterna).
Uno de mis pilares es mi familia, donde crecí con exquisitos valores y con una enriquecedora experiencia de fe. Teresita Naranjo y Celio Alvarado, son mis padres, primeros responsables de inculcar las virtudes que me caracterizan. Gracias a ellos y al precioso vínculo con mis hermanos, somos nueve, crecí en un ambiente familiar sumamente idóneo y estable.
En este buscar el querer de Dios he teniendo una acumulación de situaciones, acontecimientos, dialogo con otros, planteamiento personal y ante el Altísimo… en donde, siempre asistido por la acción de Espíritu Santo, me ha conducido a trazar una opción vocacional por el sacerdocio ministerial. Y así descubriendo que Dios llama (llama a todos) y espera una respuesta nuestra me encamine en este proceso de discernimiento y formación inicial.
Decir que soy como cualquier otro joven, he tenido las mismas aspiraciones, ilusiones, enamoramientos y tentaciones que cualquier otro joven adolescente, ya en febrero cumpliré los 26 años. En la busque da la realización o plenitud he descubierto que la mejor opción es el camino que nos plantea la vida de fe. Haciendo experiencia de Cristo he descubierto que todo lo rico, gustos e inmediato que nos propone la cambiante sociedad actual deja deseando más.
Por ello, atendiendo al Llamante y en búsqueda de la auténtica plenitud pretendo, siempre confiando todo a la Gracia de Padre, en el amor del Hijo y por la asistencia del Espíritu Santo y con docilidad a la voz de la Iglesia, consagrar mi vida como ministro servidor que en medio del desierto de nuestra sociedad ser esa voz que señala el camino de la Vida y Amor, para dar testimonio de que a pesar de las situaciones que afrontemos hoy algo más bello y dignificante, hay un Dios de Amor con sus brazos extendidos esperando que volvamos la mira corramos a su regazo.
Pido recen mucho por nosotros los seminaristas para que sigamos formándonos en la idoneidad y que antes de procurar ser servidos busquemos ser auténticos servidores.