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Steven Salas, Diócesis de Puntarenas, III Formando Discípulos Misioneros de Cristo

En este tiempo de Adviento en que recordamos la espera de la segunda venida de nuestro Señor Jesucristo y nos preparamos para celebrar el gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios, la Palabra que se hace uno de nosotros para redimirnos; la Iglesia nos muestra a personajes muy importantes que se encuentran alrededor de este misterio, no podemos pensar en la Encarnación sin poner nuestra mirada en la Santísima Virgen María o en San José. Uno de estos personajes es también, san Juan Bautista, considerado el último de los profetas, tuvo la misión de ser el precursor del Mesías. La figura del Bautista aparece en los 4 Evangelios, pero ¿Qué puede decirnos hoy la vida del hijo de Zacarias e Isabel?

Se dice de Juan Bautista que “vivió en el desierto hasta el día que se presentó a Israel” (cf. Lc. 1, 80.) y que “llevaba un manto hecho de pelos de camello, con un cinturón en la cintura, y comía saltamontes y miel silvestre” (Mc. 1, 6), podemos decir que vivía de una manera austera y ascética, esta es una enseñanza del Bautista para nosotros, ante una sociedad consumista, en la cual estamos inmersos, es evidente como la Navidad se ha convertido en un acontecimiento meramente comercial, sin embargo, como cristianos, a ejemplo de san Juan Bautista, tenemos que prepararnos durante este tiempo de Adviento no de manera externa, sino espiritualmente para la llegada del Mesías, vaciando nuestro corazón de las cosas efímeras y preparando un lugar lleno de fe y recogimiento donde puede nacer Jesús.

El Bautista también nos enseña a ser pregoneros de Cristo, Juan dice de sí mismo: “yo soy la voz del que grita en el desierto: enderecen el camino del Señor” (Jn. 1, 23), él es la voz de la Palabra hecha carne; los cristianos estamos llamados a ser la voz de los que no tiene voz, ante una cultura de la indiferencia, el discípulo de Jesucristo no puede ser ajeno al dolor del prójimo, esa valentía en ser la voz de Jesús, presente en el hermano que sufre es lo que nos enseña san Juan Bautista.

En mi proceso vocacional también he descubierto en San Juan Bautista una figura sacerdotal, Juan decía refiriéndose a Jesús “es necesario que él crezca y que yo disminuya” (Jn. 3, 30), que otra cosa sino esto es lo que significa el sacerdocio, el hombre que se despoja de todo protagonismo propio y se postra para que sea Cristo que ocupe su lugar y actúe por medio de él; es san Juan Bautista un claro ejemplo de humildad, no solo para la vida sacerdotal, sino para todo bautizado, participe del sacerdocio de Cristo.

Que en este tiempo de preparación la figura de san Juan Bautista nos ilumine y ayude a disponer nuestro corazón como autentico pesebre para el Mesías, nos anime a ser la voz de Cristo presente en aquellos hermanos que sufren y nos disponga a crecer en la humildad, para vencer nuestros orgullos y autosuficiencias que no permiten que Dios manifieste toda su Omnipotencia en nuestra fragilidad.

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